sábado, 11 de agosto de 2012

Réquiem para el Suadimóvil II


Cuando los cronopios tienen accidentes bicicletísticos en verano, lo primero que hacen es fijarse que el RTP que los atropelló  no tenga propaganda de ningún partido político. 

Una vez cerciorados de lo anterior, mientras esperan que llegue el famita neoliberal representante de las compañías de seguros, los cronopios se sientan en la acera e indistintamente leen a Marcuse y le echan una ojeada a los restos de la bici que les dio tanta libertad.

Además, el cronopio que chocó,  llama a otro cronopio para hacerle bulla juntos al fama de los seguros y para que el cronopio que no chocó le pegué una nota echa en cuaderno al carro del famita que dice “y todo se reduce a la guerra” adherido con una calcomanía de “no a la guerra”, siendo el mensaje doble, porque el capitalismo también es guerra.
Acto seguido, el famita se enfurece y les grita a los cronopios que maduren mientras arranca la calcomanía y la tira al piso pataleando.

Los cronopios se alejan. Uno de ellos con lágrimas en los ojos, sosteniendo el cheque del seguro de 800 pesos que únicamente le servirá para comprar miles de post-its de colores.