martes, 13 de abril de 2010

Voluntades Involuntarias

Dicen que la voluntad es la capacidad que nos mueve a actuar de manera intencionada, con conocimiento pleno de las razones por las cuales elegimos A y no B, esquivando dificultades y contratiempos. Dicen también que “la voluntad traspasa montañas” y que “quien tiene la voluntad tiene la fuerza”.

Además dicen que lo voluntario es aquello que se hace por espontánea voluntad y no por obligación o deber. Por el contrario, dicen que lo involuntario sucede sin ser causado por la voluntad de alguien.
Lo que nadie dice es que la materialización y la articulación entre estos conceptos, de la manera en que los define el diccionario, los filósofos, el tiempo, la historia… en mí, nunca ha existido.
Porque entonces, cómo explicar que:
Voluntariamente, quiero que se desdibuje de mí el rastro de tu sonrisa, involuntariamente quiero ser yo quien la provoque;
Voluntariamente, quiero impedir que tu mirada me cautive, involuntariamente quiera que nos comamos con la mirada;
Voluntariamente, quiero aceptar tu ausencia; involuntariamente clamo tu presencia;
Voluntariamente, quiero irme a algún lugar lejano en el que no tenga que encontrarte con frecuencia; involuntariamente quisiera que nos fuéramos juntos;
Voluntariamente, quiero apostarle a que el tiempo me hará olvidarte; involuntariamente quisiera que trascendiéramos al tiempo y al espacio;
Voluntariamente, quiero no llorar más por ti; involuntariamente quisiera que vengas a secar mis lágrimas:
Voluntariamente, quiero irme a dormir para dejar de pensar en ti; involuntariamente anhelo soñar contigo;
Voluntariamente, intentamos que nuestra relación fuera pasaporte; involuntariamente se convirtió en grillete; 
Voluntariamente, entiendo que esto nunca debió haber comenzado; involuntariamente suspiro porque nunca hubiera terminado.
¿Querer es poder?
Proposición vacía de un sordo y ciego “yo” individualista delirando que todo lo puede.

jueves, 1 de abril de 2010

Historias de terror para estudiantes inconformes. Parte I.


Tal parece que me lo hubieran contado en la noche, para asustarme, para no lograr que conciliara el sueño.

Es de esas historias, que primero lees y no puedes creer. Después, la realidad te aplasta y terminas aceptando tu error. Te das cuenta que esas cosas pasan todo el tiempo y de lo permisivos que hemos sido al consentir que sucedan, que personajes de este cariz, tomen las decisiones que impactan en la vida de todos.

Acontecen en distintas latitudes, esta vez sucedió en Chile, pero pasa en México todos los días. Son las mismas historias trazadas por el mismo poder dominante... la misma trama, distintos guiones.

Esta historia, que desearía fuese ficción, tiene como lamentable actor a Miguel 'Chirimoyo' Mellado, actual “gobernador” de la provincia de Cautín, en Chile.

En una desafortunada entrevista, en la que el “Chirimoyo”, apodado así por tener antecedentes oscuros por el giro doloso de unos cheques, formuló unas cínicas declaraciones sobre el tema mapuche al Diario Austral, que no pueden más que provocar escalofríos, indignación e ira en aquellos que las leen:

Primero la negación y la minimización: “En mi provincia no hay conflicto mapuche. Son dos o tres personas las que están dando ese conflicto por un afán personal". “Además no es el tema de hoy”. "El tema mapuche en este momento no está en nuestra agenda. "

Después al preguntarle sobre la CONADI ,la institución dedicada a “ejecutar la acción del Estado en favor del desarrollo integral de las personas y comunidades indígenas” (según la misión institucional de la misma), el supuesto dirigente político contestó:

" Creo que los conflictos que se dan entre la Conadi y las comunidades son por una insatisfacción de cliente. Mi opinión personal es que la CONADI debería reformularse y que deberían haber ejecutivos de cuenta (¡!) encargados de las comunidades mapuche."

Al cuestionarle si su visión no era reduccionista, respondió: “No, porque los quiero meter al aparato productivo, no cultural”.

Alarmantes palabras para los inconformes que intentan cambiar el rumbo de las cosas. Desoladoras palabras que sólo confirman el desprestigio del Estado Chileno y de su personal político que siguen con los ojos vendados el credo neoliberal. Oprobiosas palabras que expresan la mercantilización de las relaciones sociales, la falta de interés de las (¿)autoridades(?) para resolver los conflictos sociales y la falta de movilización de la sociedad para que se cumplan sus necesidades.

Da tristeza, ver que hemos soportado tanto ( en México o en Chile es la misma deplorable realidad).
¿ Qué nos queda?
Lo menos que podemos hacer, es denunciar.


Tristemente, estas historias continuarán…
Hasta que hagamos algo