lunes, 8 de febrero de 2010

Deambulando entre ismos

Ante la propuesta de hacer una reflexión sobre los ismos, lo primero que se plantea el estudiante es buscar que quiere decir ismo. Dependiendo del dichoso estudiante y sus técnicas de estudio, buscará en un diccionario o una enciclopedia de papel la respuesta o acudirá al tan apreciado recurso del internet para resolver esta primera duda.

Independientemente del método escogido, se encontraran respuestas similares que pueden sintetizarse de la siguiente manera: Ismo es un sufijo (en términos coloquiales pedazo de palabra que se pone al final de otra palabra) cuyas acepciones más interesantes me parecieron las siguientes:

a)doctrinas, movimientos, escuelas o tendencias de una gama que va desde lo político; lo económico; lo religioso; hasta lo social; filosófico o cultural, como el socialismo; populismo; el anarquismo; el liberalismo; el budismo o el surrealismo.
b) Indica actitudes; como egoísmo, compañerismo, individualismo, narcisismo, altruismo, sedentarismo, pesimismo, etc.
Entre las diversas definiciones que encontré había una acepción que hacía referencia a tendencias de una época o país, lo que me llevo a preguntarme ¿cuáles son los ismos que definen nuestra época? ¿Capitalismo?¿Neoliberalismo?¿ Materialismo histórico? ¿Posmodernismo?
¿Cuáles son los ismos que forman ya parte de la historia de la humanidad? ¿Feudalismo? ¿Oscurantismo? ¿Humanismo?
¿Cuáles son los ismos que han permanecido en el sistema mundial durante ya mucho tiempo? ¿Neocolonialismo? ¿Imperialismo? ¿De nuevo capitalismo?
Traté de reducir la pregunta con el fin de obtener respuestas aparentemente más sencillas: ¿Cuáles son los ismos que nos definen como Universitarios? De nuevo, no se me ocurrió una respuesta que me satisficiera, al contrario surgieron más preguntas. Volví a intentarlo: ¿Cuáles son los ismos que me identifican como persona? Surgieron, de nuevo más preguntas: ¿ Realmente son ismos que vivo día con día o más bien me apropie de la idea de ellos? ¿Por qué me identificó con ellos? ¿Por qué los hice aparentemente míos?
Recordando las distintas etapas de mi vida, en que únicamente el dinamismo ha sido la constante, me volví a preguntar ¿así de efímeros son nuestros ismos? ¿Estamos tan desesperados por encontrar respuestas que nos adherimos al primer ismo que nos impresione? ¿Por qué necesitamos adherirnos a un ismo? ¿Por qué la actitud de autoetiquetarnos o autodefinirnos a partir de ciertas concepciones dadas por alguien más?¿Qué tan incluyente o excluyente puede ser pertenecer a un ismo o a otro?
Recordando una escena de la película Invasiones bárbaras, en la que el protagonista a punto de morir hace junto con sus compañeros de juventud, a manera casi de broma, un recuento de todos los ismos por los que habían transitado desde marxismo hasta maoísmo, me hizo entonces plantear que nuestra pertenencia ( y el grado de ) a algún ismo es, en la mayoría de los casos, una cuestión de mera transitoriedad, que depende de las condiciones materiales y psicológicas en las que nos encontremos.
La generación de un sentido de pertenencia a algún ismo, determina en gran medida los espacios por los que transitamos e interactuamos, determina a qué decidimos prestarle atención y qué preferimos minimizar, influye nuestro sentido de la realidad y nuestras relaciones con nosotros mismos, con los otros, con la naturaleza, en una palabra con nuestra percepción del mundo.
¿Qué pasa cuando nuestros ismos cambian repentinamente, por las razones que sean?¿ Cuándo olvidamos como sonaban los discursos que ayer nos emocionaban? ¿Cuándo ya no cautivan? ¿Cuándo nos desencantamos?
¿Cómo hacer que nuestra pertenencia a un ismo sea duradera o sea trascendente? ¿ Es eso algo positivo o negativo? ¿Es necesario? Como pregunta final: ¿No será que el deambular entre distintos ismos es sencillamente parte de la naturaleza humana?

domingo, 7 de febrero de 2010

El día en que el mundo se acabó

Nos avisaron un domingo por la tarde. La desintegración de lo material, de nuestra realidad, del mundo que conocíamos, era irremediable.

No hubo indicaciones, instrucciones, ni sugerencias. Estábamos sólos, esperando el momento en que el proceso final comenzara. Quise llevarme un recuerdo, ¿a dónde? no lo sabía, pero necesitaba tenerlo conmigo.
Salí al jardín. Fue la última vez que estuve ahí. Recogí varias semillas de mi árbol favorito y cuando esperaba el final adentro de la casa, empecé a hacer una pulsera con ellas.
De pronto lo sentí. El final comenzó justo cuando terminé de hilar el recuerdo que llevaría conmigo. Escuché la tierra temblar y sentí vibrar al cielo cuando el atardecer todavía no era cercano. Desde la ventana vi al último árbol derrumbarse y empezamos a correr sin mirar atrás, a esa casa de infancia que a mis espaldas dejaba de existir.
Corrí con todas mis fuerzas hacia el sendero izquierdo que contrario a los demás no se estaba demoliendo, sólo se estaba desfragmentando. En ese momento entendimos que de cada fragmento desprendido se construiría un nuevo lugar !y tenías la posibilidad de escogerlo!
Saltamos al fragmento de la memoria, cuando empezaba a alejarse. Aún no llegabas. Habías salido desde la noticia del final a tratar de ayudar, a ver en que podías ser útil en esas últimas horas. Escogimos el fragmento de la memoria, porque queríamos recordar todo para llevarlo a ese otro lugar... y seguías sin llegar.
Nos desplazábamos cada vez más rápido y simetricámente con esa rapidez aumentaba mi angustia por no verte aparecer por ningún lado.
Llegaste al atardecer, en el momento final de mi impaciencia y en el momento final de la destrucción saltaste, con tu bata blanca y esa sonrisa tranquilizadora que logró calmar mis sentidos y relajarme mientras transitábamos hacia el refugio de la memoria.