viernes, 28 de agosto de 2009

Te conozco tan poco que ya te ví quedándote en mi puerta





En ese viernes tan oscuro, en el que las palabras no surgían, no porque no hubiese sentimientos que explicar sino porque se ahogaban en la garganta, sentí que habíamos llegado al punto final de nuestra historia, a nuestro último día.

Me encontré con mis ganas de quedarme pero también de salir huyendo para siempre, con el nada de fuerza que tengo para contenerme y la facilidad que tienes para descontrolarme.



-¿Qué pasa? - fue tu pregunta.
-Nada- mentí descaradamente y con plena conciencia de que no me creerías ni media palabra.
-¿Nada? ¿Estás segura?
-Ya te dijé que nada y no quiero hablar ahora.



Alzé los hombros, volteé la cara y evité tu mirada.

Poco a poco, con extrema paciencia y un poco de tristeza, terminaste sacando cada sentimiento escondido, terminaste oyendo las palabras que desde hace tanto quería que escucharas pero no me atrevía a decir en voz alta y terminaste rompiendo la muralla emocional que construyó después de cada batalla de palabras.


Tras escuchar todo lo que tenías que decir, no pude dirigir una mirada feliz, ni pronunciar palabras de aliento, sólo pude abrazarme a las líneas de tu cuerpo, mientras la lágrima más silenciosa de todas corría por mi mejilla izquierda.

Al final de la noche (que sin notarlo ya empezaba a convertirse en día) me dí cuenta que te quiero porque te desconozco, que me quieres porque crees conocerme, que nos seguiremos queriendo porque queremos conocernos y porque hay una infinidad de horas en el reloj del ayer que siempre serán tuyas y serán mías.

Desde aquel día he soñado con días nublados en los que pierdo la memoria... cuando despierto está lloviendo.

2 comentarios:

  1. Hola Sara,

    está padrisima esta reflexión, te transmite una gran sensibilidad de la que a veces creemos haber olvidado, no somos perfectos pero podemos ser mejores.

    Saludos y te invito a visitar mi blog:
    www.dieciudadviva.blogspot.com

    ResponderEliminar
  2. Sara volvi a leer esto, y lo veo con otros ojos, me acaba de suceder, el problema es que en mi garganta sigue un enorme nudo que quisiera explotar y decirle lo mucho que ha empezado a significar para mí.

    Aaron

    ResponderEliminar