martes, 27 de octubre de 2009

Marcha


El cielo empezaba a oscurecerse un poco después de las 6 de la tarde. Nos apresuramos al salir de clase para asistir a lo que quedaba de la asamblea, ver que se había decidido y actuar en consecuencia.


Cuando llegamos a la explanada la asamblea había concluido, unos compañeros informaban a todos la decisión, unos más estaban todavía reunidos para planear la organización y otros caminaban hacia el contingente que se preparaba para salir cerca de la rampa de la facultad.


El contigente era enorme, todo polakas estaba presente. Profesores, adjuntos, trabajadores, incluso burócratas y por supuesto estudiantes, sobretodo estudiantes -quienes eran los que habían organizado todo en primer lugar- se congregaron dispuestos a marchar bajo una misma bandera, con un objetivo común.
El contingente empezó a movilizarse, impulsado por la digna palabra que todos queríamos que se escuchara. Me retrasé un poco, invitando a otros compañeros a que se unieran, pero alcanzamos al resto cuando salía de la Universidad.
Ahora sí ya había oscurecido, atravesábamos los callejones mas antiguos de una parte de la ciudad y cada vez más personas conscientes se unían al contingente. Cuando estabamos a punto de entrar de nuevo a la Universidad, después de haber recorrido una gran parte de la ciudad, el aconglomerado de manifestantes ya era monumental: niños, ancianos, mujeres, maestros, estudiantes de otras escuelas y otros estados, comerciantes, doctores... todos nos apresurábamos para entrar de nuevo a las islas y culminar nuestra protesta frente al edificio bicolor de 56 pisos y luces apagadas, ese edificio que volvió a ser el centro de acción nacional y dónde juntos un cóndor y un águila mandaban obedeciendo.
Cuando llegamos, el verano nos regaló una sutil y fresca lluvia que empapó nuestro ánimo y lo reforzó justo en el trayecto final. El lugar estaba repleto. La alegría estallaba por todas partes. En distintos lados una nueva forma de manifestación cultural, que nunca en tu vida habías visto, te llevababa a los momentos más sinceros y profundos de reflexión.


Casi al final, se formó una línea de conga y todos los manifestantes nos unimos a ella, el águila y el cóndor sobrevolaban la marcha y nos animaban. Como parte de nuestra protesta bailamos... todos eramos un sólo grito y una sola consigna.


*Así son las marchas en los sí-lugares.
**La foto es de alinna, The.
*** La Conga es un baile popular cubano de origen africano que se realizaba en las festividades de los esclavos africanos durante el dominio español. Estas festividades eran un suceso musical y social que llenaba de alegría, en un jolgorio que contrastaba con los bailes de salón de la burguesía.

domingo, 25 de octubre de 2009

Irse II

Empecé a irme, pero no he terminado.
¿Qué me detiene? Ciertamente, no lo sé. Cada día que pasa es más notoria la incredulidad, la insatisfacción, las contradicciones. Entonces, ¿qué me detiene?

Ójala pudiera saberlo, para extirpar ese sentimiento de raíz... o ¿será tal vez que lo sé muy bien y a pesar de todo el dolor no me quiero ir? Puede ser, con éste subconsciente que se ríe durante los sueños ya nada es seguro.

Me escucho diciendo "Adiós yólotl, adiós" , "no hay tiempo para los dos" , "nunca nos pondremos de acuerdo" y "ya me cansé yólotl, éste disfraz ya no me gusta". Es entonces cuando según yo me voy, cuando empiezo a irme, convencida de que es lo mejor.

El problema es que siempre me dan ganas de volver. El problema es también que en realidad no me fui muy lejos y que en el fondo me quedé contigo. El problema es además que puedo empezar a irme casi corriendo, pero después escucho tú voz y mis funciones motoras y racionales se detienen. El último problema es ¿ y a dónde irse? si aquí hace un rato que dejaron de existir las fronteras.

¿Será verdad que todo caduca? ¿ Debería esperar a que esto termine para entonces sí poder marcharme? ¿O debería acabar yo con esto de una vez y ponerle cianuro al té de limón que mis sentimientos se inyectan cada mañana? ¿Llegará el día en que dejé de preguntarme quién eres tú y que hago yo aquí?

Muchas preguntas y pocas respuestas. Yo ya me quedé sin propuestas y se me agotó la imaginación para inventarle nuevos nombres a la esperanza. Lo único que sé es que tanto ayer como mañana hasta en el desierto más lejano en el que caminan los muertos sólo habrá espacio para que se reproduzca esta memoria que desde hace muchos años recordándote está.

domingo, 18 de octubre de 2009

Salir-se.

Pensó que no podía perder ni un instante.

Sacó de una pequeña bolsa negra 8 recuerdos, 7 bolsas de té de distintos sabores, 23 abrazos lejanos, una dosis de voluntad y los guardó entre su ropa. Era lo único que necesitaba para poder salir. Lo intentó, pero aún faltaba algo.

Fue entonces cuando pensó en ti. Decidió intercambiar su mirada (con todo lo que a lo largo de 25 años se había acumulado en un par de ojos) por una sonrisa tuya. Cuando apareció la imagen de tu rostro con ese gesto que siempre mata sintió sus piernas de pluma... la noche se incendió y ella se elevó...
No se sintió culpable por huir mientras atravesaba los cielos al lado de plumas de colores.
Había salido. El olor a libertad se transformó rápidamente en olor a mar. Estaba en una playa desierta, el atardecer le regaló reflejos de cielo de color dorado, café, naranja...
Mientras caían los últimos rayos de luz, corrió por la oscura arena que era imposible de describir tan mojada, tan fuerte, tan viva.




Cayó. Su rostro y su cuerpo quedaron entre la arena. No resultó incómodo, al contrario, era sumamente cálido y resultaba hasta natural. Se quedó ahí tendida un largo rato. Después se acercó más a la orilla del mar. Se sentó por un momento y dejó, divertida, que las olas la empaparan. Cada ola que tocaba su piel, hacía resurgir sus esperanzas de un mejor mañana, o al menos uno diferente.






Una ola más fuerte que las demás la sumergió en el mar. Adentro abrió los ojos y se vio a sí misma como nunca lo había hecho y por primera vez se sintió satisfecha.


Cuando emergió del mar -y del ejercicio de autocontemplación-, salió a una playa diferente, donde se encontraba un vendedor de ilusiones. Se acercó a él, quién se negó a decir palabra alguna; sólo se limitó a señalar la mercancía.


Incrustadas en la arena, se encontraban arrecifes de alegría, corales de pasión, conchas de respuestas, estrellas de mar de confianza, erizos de elocuencia... Vio unas conchas que le interesaron especialmente. Venían en par, eran de un blanco pulcro, brilloso; con delgadas lineas color de naranja. Eran conchas de esperanza. Volteó a ver al vendedor y éste asintió lentamente. Alargó su mano y justo cuando estaba a punto de tomarlas una ola se llevó toda la mercancía.

Todo fue sumamente rápido, vertiginoso e increíblemente confuso. En un instante corrió tras la ola que se llevaba esa mercancía tan valiosa. Logró asir una de las conchas, pero al hacerlo un remolino de mar se la llevó a ella también y quién sabe cómo, la expulsó de aquel (¿no?)-lugar.

Apareció de nuevo en un estrecho cuarto con paredes blancas y un techo inusualmente alto. Detrás de ella, había un hilo de agua de mar en el piso que creacía continuamente por el escurrir de su ropa y la ventana por la que entró la primera vez. Intentó por 246 horas volver a entrar, abrirla, tocarla, que aparecieran instrucciones, pero nada ocurrió.
Cansada y con plena conciencia de que jamás regresaría, salió del lugar. En su mano llevaba un pedazo de la concha blanca con naranja, que en algún momento -nunca supo muy bien cuándo ni cómo- se hizo trizas.


En alguna ocasión le pregunté si añoraba poder regresar a ese (¿no?)-lugar.Me contestó pausadamente:
"A veces, casi nunca... siempre"
* Las fotos son de La Carpa Michoacán. Mi no-lugar favorito

domingo, 11 de octubre de 2009

No-título

Recién instalada en la sombra del medio día,
cuya luz se refleja vagamente a través de la cortina,
me siento indefensa...
el día llegó demasiado pronto,
mientras se asoman por encima de los minutos que pasan,
las imagenes, los recuerdos, los sonidos, las caricias.
Intentó despertar totalmente,
una tranquilidad rosada me invade
cuando recuerdo tus mañanas de sol y mis tardes de lluvia,
cuando siento tu cuerpo al lado mío,
cuando en suspiro dices mi nombre...
...mientras te cubró con mi abrazo térmico,
murmuras un "buenos días"
y entiendo que ,
despertar a tu lado es como seguir durmiendo.

viernes, 9 de octubre de 2009

después...¿hacia dónde?

Estaba en una encrucijada: ¿irse o qué-darse?

Lo que menos quería en ese momento era que la noche acabara, lo pedía a gritos, temiendo que lo que alguna vez fue mar, se volviera desierto.
Pedía también, que el encuentro que tanto necesitaba tuviera lugar, incluso si se realizaba hasta que amaneciera.
Caminó por el Centro Histórico, que a pesar de la hora, su estado podría ser definido de cualquier forma, menos de inactivo. Siguió a un montón de figuras que en medio de gritos y protestas llegaron a una vieja casa, que era un culmen de segundos inacabados, noches y mañanas oscuras, y lo peor de todo -o lo mejor de todo según quién lo vea- de paraísos quemados.

Entró, después de esperar con la seguridad de que la espera ya no sería en vano, subió las viejas escalinatas que la condujeron a través de cuartos vetustos y oscurecidos por el tiempo, entre caras sin rostro y entre músicos sin nombre.
Encontró el no-lugar perfecto o el lugar no perfecto -de nuevo según quién lo mire- y se colocó ahí. Justo ahí, frente al viejo barandal que invitaba a todo menos a negarse.
La observé saltar el barandal y escapar de sí misma, mientras cerraba los ojos para poder ver mejor en la oscuridad.
Se sintió de algodón, una suave flor de algodón... flotó, hasta llegar por primera vez a ese lugar dónde puedas alcanzar las estrellas rosas si corres hacia atrás, a ese lugar dónde una parte de ese "ser" alumbra la oscuridad con tanta intensidad que la claridad se vuelve oscura... a ese lugar dónde te puedes sentir de mil colores, saberte de mil humores y escuchar silencios estridentes, ecos sin sonido y palabras mudas.
En el final del camino, o tal vez en el principio de un nuevo sendero, una figura roja se posicionó frente a ella y le pidió que transitaran hacia un destino diferente, asegurando que allá podrían encontrar toda la calma alguna vez perdida y los recuerdos en algún momento olvidados.
Yo no estaba lo suficientemente cerca para afirmarlo con seguridad, pero la vi comprender, solamente viendo la espalda de esa figura rojiza, que era el momento de descender, el momento de regalar su memoria y despertar con amnesia, para que al llegar al lugar compartido, los recuerdos acudieran como remolinos, para que al llegar lograse ver mejor sin los ojos y mejor escuchar sin los oídos, encontrarse lejos de lo que siempre sobra y cerca de lo que casi siempre falta.

Cuando se marchaba, dijo al pasar junto a mí:
-Siempre podrás cerrar los ojos.









sábado, 3 de octubre de 2009

Mar verde, mar azul

De la misma forma que me pasa con otras tantas cosas, desconozco dónde termina el camino y dónde inició.
Sólo recuerdo que estaba en aquel no -lugar, esperando no sé muy bien qué, cuando una inofensiva ola de color verde-azulado me llevó hacia ti...
Fue una oleada nocturna la que en vaivén, transformó las nociones del tiempo, pasando rápidamente de un mes al siguiente... y un oleaje de color azul me descubrió cerca de ti.
Fue esa misma oleada, la que en otro vaivén, de la noche pasó al día y el primer rayo de sol nos iluminó mientras apostábamos por estar el uno con el otro...
Cada lugar que transitamos esa noche-día, sin esquinas ni huecos donde ocultarse, nos llevó a adentrarnos en el mar azul y verde de las expectativas, en el mar de las potencialidades...
...una oleada verde, besos en las mejillas... una oleada azul, tu abrazo cálido... una oleada verde, tus caireles junto a mi cuello... oleada azul, tu respiración detrás de mi cuello... oleada verde, tus labios en mi cuello...
Las olas estaban en su momento más álgido, una de ellas, una verde-azulada, en un vaivén lleno de sentimientos mezclados, aproximó nuestros labios, de la única forma en la que la fuerza de un océano puede aproximar dos cuerpos...
... tras cada oleada nos sumergíamos más en ese mar, en el que no podría quedarme toda la vida... pero sí en ese momento en que sonreías y el tiempo dejaba de existir, mientras el eco de tu mano sobre mi piel, seguía mis lunares como si formaran un mapa estelar para dibujar caricias...
Las olas estaban ahora en calma... ...con una mano empecé a seguir las lineas de tus labios, mientras la otra jugaba con la suavidad de tu cabello... la realidad se confundió con las historias, y cual si fuera un deja- recordé sus palabras:
" Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja..."
...y me sentías temblar, como lo dijo él, "como una luna en el agua", como una luna en el mar de la tranquilidad y del deseo.

Desde aquél día las oleadas tienen un destino fijo (hacia ti) y en mis amaneceres únicamente sale el sol si despierto contigo.

P.D. Nada faltó para enamorarme de ti, de las mareas que provocas y de la sonrisa en que me transformo cuando estoy contigo...
Gracias por leerme cuentos mientras te miro.