sábado, 19 de septiembre de 2009

¿Seré una eterna insatisfecha?

En ese hueco al que invariablemente llegó sin importar por donde transite aunque cada día tomé un camino diferente... en ese hueco donde las alucinaciones se confunden con los recuerdos, trataba de juntar las 168 razones para que pudieras acceder a tener un lugar privilegiado en mi memoria (noté que apenas llevamos 86, ¡tenemos que esforzarnos más¡).
En aquel hueco, de donde surge tu nombre unido a la palabra inteligencia, dejé de respirar irrealidad, irrealidad que después de entrar por debajo de la puerta durmió a mi lado, pero se fue tras ese medio despertar y fue entonces cuando Don Argumentos empezó a atacar :
-Si existieran palabras que trascendieran el lenguaje, seguramente serían aquellas que nunca podrás decir... además si lo logras todos fingiremos no escuchar.
-Ni siquiera puedes recordar si es algo que le escuchaste decir o es algo que tan sólo deseabas oír.
Y en su incansable esfuerzo por romper mi estabilidad emocional Don Argumentos proseguía:
-Entiende: tus alas, nunca serán iguales.
-Sabes que con toda intención te hieren, para ser ellos quienes sequen tus lágrimas después.
-Definitivamente no creas, no puedes sentir sus palabras ni los silencios. Sus historias son mudas y en silencio gritan.
-Te aterra el compromiso, el decir qué tienes, qué sientes. La construcción de tus argumentos es sólo una palabra encaprichada.


¿Cómo evitar escucharlo si era de mi interior de dónde provenían sus argumentos? ¿Cómo ponerme a salvo de sus palabras? ¿cómo dejar de anhelar ese algo que está tan cerca pero a la vez tan lejos? ¿cómo dejar de escuchar ese silencio que provocaba?¿cómo creer en ti y en mí?¿cómo encontrar flores sobre las piedras?
Cerré los ojos y me concentré en evitar que ese cosquilleo en la garganta explotara en llanto amargo.
Cerré los ojos e intenté recordar que tú también lo sabes, tú testigo que aunque no estás presente te siento en un abrazo nostálgico que acorta la distancia.
Cerré los ojos y entendí que en la figura oscura y ausente siempre estás. En la figura nerviosa que va de aquí para allá, hacia todos lados menos hacia donde estoy, pero que a fin de cuentas está.
Cerré los ojos y mientras las hojas caían recordé que algún día vamos a dejar este no-lugar, que llegaremos más allá del bien y del mal.
Cerré los ojos, recordé que en la memoria hay labios que besan con sabor, que los tuyos son los únicos que me interesa guardar, y que tu voz que suena a selva es la única que quiero escuchar.
Abrí los ojos.
Don Argumentos se había marchado dejando un halo sin color ni forma que difuminaba los malos recuerdos. Al marcharse, comprendí que aunque el ser humano siempre será un eterno insatisfecho, lo único que quiero ahora es que nos destruyamos, en besos no en razones. Cuando este Don se fue por la puerta de enfrente, al abrirla dejó entrar a un montón de voces iluminadas que sonreían y murmuraban:
-Hoy hay desfile de utopías.

2 comentarios: