
El campesino está triste. En su semblante, antes tan orgulloso y brioso, se reflejan grandes tristezas.
El campesino está triste, su cuerpo acostumbrado a trabajar bajo el arduo rayo del sol esta fatigado, no por las labores del campo sino porque en su corazón carga una gran pena.
No sonríe como antes. Si lo hace, cuando lo hace, una mirada observadora notará que sus labios sonríen, pero sus ojos lloran. Su voluntad de hierro se ve doblegada por el paso del tiempo y los males que a los suyos agobian.
El campesino fiel está triste. Presiente la lenta muerte de su mujer, al igual que las pocas tierras que le quedan mueren lentamente. Yo quisiera consolarlo, darle palabras de aliento, pero no sé qué decir. Me justifico... pensando que no tengo experiencia en eso... es que yo nunca he asistido a un funeral...
Él, a pesar de todo, nunca se ha arrepentido de nada. Siempre fue feliz, siempre vivió como Dios manda. Él, en una época en la que el mito prometeico del progreso le apostó todo al también mito de la modernidad, estudió una carrera y la ejerció. Fue maestro de escuela, de escuela rural en tiempos de Adolfo López Mateos.
Pero prefirió regresar a trabajar sus tierras, tierras que fueron trabajadas por sus antepasados... tierras que no serán trabajadas por sus hijos, porque el gobierno se los ha matado y se ha apropiado las tierras a precios ínfimos para que las trasnacionales se llenen los bolsillos…
Él escogió su vida y nunca se arrepintió. Nunca.
Siempre he admirado su fuerza de voluntad, que crece de las entrañas de la historia. Ahora es cuando, ya de anciano le han cortado las alas. La memoria de muchas vidas pasadas y futuras caben en su mirada, si lo intentas puedes leerla.
Me pregunto qué pensará de mí, qué palabras cruzarán su mente mientras me mira. ¿Me tendrá afecto? ¿Me querrá? ¿Pensará que lo desprecio por ser lo que es, por ser un campesino? Espero que no piense que yo no lo quiero, porque no es así... Me justifico de nuevo, lo que pasa es que yo no soy buena expresando lo que siento y siempre me han faltado las palabras adecuadas…
Habrá un día en que se quedará solo, en esa gran casa que tiene que es un desierto. Me pregunto si llorará, como yo lloro ahora mientras escribo. Lloró por él. Lloro por él y por mí, porque los dos estamos solos, yo estoy rodeada de gente pero en realidad me encuentro sola, él por lo menos se tiene a sí mismo.
Lo quiero. Realmente lo quiero, y espero que él lo sepa.
Tus palabras me consuelan en lo profundo de la tristeza que me generan y que siento al recorrer cada párrafo de tu sentir.
ResponderEliminarMe consuelan porque ahora sé que hay muchos como yo, y que a pesar de estar en mi soledad como tu en la tuya -hecho que no cambiará al parecer-, veo que caminamos por el mismo sendero, el sendero de la búsqueda de justicia y de reinvención.
Las lagrimas no salen pero el corazón se retuerce en mi interior, mi ánimo se acongoja y el estómago que creía tener en el vientre ahora parece no existir, dejando una sensación de vacío en mi interior.
Escribir no me alivia la pena, pero se que los ojos que leen ahora mis palabras sinceras, comprenden en la distancia el sentimiento que nos mantiene lado a lado.
Seguiré en este camino de la reflexión vinculada a la acción, y desde allí te mantendré entre mis pensamientos, donde no estaremos juntos, pero si unidos...
Pensamiento donde te ofrezco fortaleza, corazón y entrega, para que sigas con la cabeza en alto tu camino.